Aunque entender el punto de vista, el contenido y el tono de un texto ayuda a que el lector comprenda de dónde procede, no es sino hasta que desmenuza sus ideas principales y argumentos que puede decidir si la información es fiable o no. (Los que más disfrutan este proceso suelen terminar en la escuela de derecho, donde pasan tres años aprendiendo a mejorarlo y, de paso, a irritar a todos sus amigos).

Este estándar requiere que los alumnos que van de camino a hacer una carrera universitaria o profesional puedan explicar qué argumenta un texto, puntualizar qué pruebas sustentan ese razonamiento, si son válidas y si las conclusiones extraídas de esas pruebas tienen lógica.